Quería escapar, sentía la necesidad de
brillar. De salir, volar, por el inmenso océano de astros planear. Absorber hasta sus límites aire puro de sinceridad, respirar. Sintió la fuerza excitante del viento, el poder del agua. Se sintió capaz de gobernar el mundo sólo con su palpitante corazón.
La luna bautizó con melancólicos recuerdos su alma. Lo que fue, lo que era, lo que quiso ser, lo que nunca será.
El frío del hielo la recordaba al sufrido dolor; el silencio del bosque era el tiempo: cúmulos de partículas de segundos y lugares se asemejaban al frío
de invierno.
Una voz rota la reflejaba en la sombra de la duda; la pregunta, la solución. Como si el viento se llevara las palabras, como si los recuerdos se borraran con el tiempo.
Las notas de una guitarra la bañaron en la nostalgia de lo que fue y nunca pudo ser.
Libre. Libre para creer, libre para decidir, libre para ser.